IAR-Kristijan Muravjovas

Un intento de blog

Una arquitectura de fobia

Estaba yo tranquilo tumbado cuando de repente se me viene a la mente un cuento de H.P. Lovecraft. Se trata de su relato "La ciudad sin nombre" y me parece muy interesante como usa la arquitectura para dar miedo.

El cuento va de una persona que está buscando una ciudad que es tan antigua que nadie la recuerda. El viajero, tras recorrer todo el desierto de Arabia, se encuentra con los restos de la ya desvanecida civilización. La persona describe a la ciudad como ruinosa y desmembrada, con sus bajos muros semienterrados en las arenas de incontables años. También cuenta como las dimensiones y proporciones en las ruinas le producían desasosiego. Se pasaba todo el día intentando encontrar alguna clave que probara que todo esto estaba hecho por humanos en los cimientos de las casas y edificios, pero todo era tan antiguo que la búsqueda se prolongaba días.

Imagen de National Geographic

El viajero señalaba muros, calles olvidadas y los contornos de los casi desaparecidos edificios. Mientras hacía eso, se encontró con un lugar donde la roca del subsuelo emergía de la arena formando un bajo acantilado, donde vio en la roca marcas de agua, sugiriendo así que se trataba de una ciudad que databa de antes de la aparición del desierto. Toscamente talladas en la cara del acantilado el viajero reconoció fachadas de varios edificios pequeños o templos achaparrados, cuyos interiores conservaban los restos de la civilización.

Imagen de Guías Viajar

El protagonista describe como las aberturas próximas a él eran muy bajas y estaban cubiertas por la arena. Cuando quitó esa arena, tuvo que encender una antorcha y gatear para poder entrar. Una vez ya en su interior, el viajero reconoció que el lugar se trataba de un templo que tenía unos altares primitivos, pilares y nichos, todo singularmente bajo. Al viajero le pareció muy extraña la baja altura de la cámara cincelada, ya que apenas le permitía estar de rodillas; pero el recinto era tan grande que la antorcha revelaba una parte solamente. A todo esto hay que añadir que el templo producía unos sonidos naturales del viento tan tenebrosas que le producía pesadillas al viajero.

El protagonista salió de ese templo y como ya era de noche se resguardó y durmió hasta que la tierra dio una vuelta más. Al despertar se dispuso a investigar otro templo, esta vez uno que tenia unas proporciones más grandes. El viento que emanaba de dentro del edificio le puso los pelos de punta. Aunque se sentía muy asustado por entrar en el templo, el ansia de prodigios le opacó la vista y con una antorcha cruzó el umbral de la puerta. Se trataba de una caverna natural que tenia unas proporciones que le permitían al protagonista a estar de pie, pero los altares eran tan bajos como en los otros templos. En los muros se observaba arte de aquella civilización y el techo era extrañamente para ser natural.

Tras explorar aquel templo, el viajero llegó a una puerta pequeña, artificial y cincelada en la roca, que emanaba aquel viendo que resonaba en todo el lugar. El protagonista metió la antorcha por ella y vio un túnel negro de techo bajo y abovedado que se curvaba sobre un tramo descendiente de toscos escalones, muy pequeños, numerosos y empinados. El viajero dice que no sabía si considerarlos peldaños o meros apoyos para salvar una pendiente demasiado pronunciada.

El protagonista, evitando la locura del lugar, decidió bajar por esas escaleras. El estrecho pasadizo bajaba interminablemente, siendo tan largo que el viajero perdió la noción del tiempo. Había giros y cambios de pendiente. El protagonista describe como llegó a un corredor largo, bajo y horizontal, donde tuvo que arrastrarse por el suelo con los pies por delante. Paso tanto tiempo recorriendo esos pasillos tan bajos donde no se podía ni ponerse de rodilla que su antorcha se apagó, dejando al viajero solo en ese lugar tan sofocante.

Imagen de Fandom

Este cuento utiliza la arquitectura para dar miedo.

Empecemos con las escalas de las cosas, que al variar nos producen diferentes emociones. Cuando la escala es más grande de lo normal (En reflexiones tengo un apartado que habla un poco sobre eso) nos produce una sensación de pequeñez, soledad y asombro. En cambio cuando la escala es más pequeña de lo normal, nos produce agobio, miedo (sobre todo si eres claustrofóbico) y ansiedad. En este caso el autor ha decidido describir el templo con una escala pequeña para que nos imaginamos atrapados en la arquitectura, agobiados y ansiosos por su culpa. En el templo estamos en una tensión constante, no nos deja respirar ni moverse.

También es interesante como el sonido que produce un edificio puede llegar a incomodar y dar miedo. Todos los edificios producen un sonidos que crean un ambiente único y es muy importante controlar esos sonidos. En este caso el templo produce un sonido de viento que te deja la piel helada, un sonido de abandono y soledad. Este edificio nos informa a través de su sonido de que estas solo en aquel lugar.

No nos podemos olvidar de los pasillos y escaleras tan pequeños que no ver ni tus pies. Los pasillos descritos son tan agobiantes que ni en tus pesadillas las quieres ver. Una persona claustrofóbica (también una no tanto) se sentiría como si el mundo la enviase al infiero mismo.

Aunque esto se trata de una ficción exagerada, para mí da una lección del uso de escalas. Es muy importante el uso correcto de la escala, pues hasta un simple pasillo mal escalada puede llegar a dar tanto miedo no te deja ni dormir.